Cuando tenía 14 años mi relación con mi madre entró en una espiral desastroso. Me mudé con mi papá y llegué a una casa vacía. No teníamos refrigerador. No tenía cama las primeras dos noches que estuve allí. No tuvimos agua durante varios períodos a la vez. Llegaba a casa de la escuela y me acostaba en el cuarto que anteriormente era de mi hermana, en un sofá cama rojo y duro y miraba fijamente a la pared. Pasé días sin comer. Pasé días sin sentir hambre. Algunos días entraba en la habitación de mi hermana y decía su nombre. Mis días favoritos eran cuando mi hermano venía y dejaba sus juguetes en el suelo porque traía vida a la casa. Mi mejor amiga vendría, tocaba la puerta y a la ventana también, pero la ignoraría. Me quedaba congelada mirando el techo o la pared. Ni siquiera miraba la pared y la observaba, la miraba fijamente sin sentido. Estaba sola la mayor parte del tiempo. Pinté mi habitación todo tipo de colores para hacerme sentir mejor y hacer que pareciera que estaba bien. No recuerdo el día en que me desperté y no me sentí desesperada.
Cuando tenía 19 años, me echaron de la universidad a la que asistí por tener bajas calificaciones. No tenía un trabajo estable y seguía siendo despedida o simplemente dejaba de ir a trabajar. En un momento, estaba haciendo 300 a la semana, lo cual no es nada porque tenía que pagar por la escuela como había perdido mi ayuda financiera. Estaba de vuelta en una universidad comunitaria y me sentí como un completo y total fracaso. Estaba muy decepcionada de mí misma por decepcionar a mi padre y madre. En estos días no comía. Perdí mucho peso, pesaba entre 80 y 83 libras. Mi relación con mi mejor amiga desapareció. De nuevo, me acostaba en la cama todo el día, pero esta vez volví a jugar mis fracasos una y otra vez en mi cabeza. Ya no me cortaba, no es que no quisiera o sintiera la necesidad de, fue porque simplemente ya no tenía la energía. En vez de eso, lloraba en silencio. A veces las lágrimas ni siquiera salían, sólo estabajando por el aire. El tipo de mi vida en ese momento, me trató como basura y me hizo sentir peor por mi situación en lugar de ayudar. No recuerdo el día en que me desperté y dejé de sentir lástima por mí misma.
Empecé a hacer metas para mí, como “mañana me baño”. Porque cuando estás deprimida hasta bañarte es un buen objetivo. Me cansé de acostarme en la cama y de verme sucumbir a mi tristeza como muchas veces antes. Uno de mis principales objetivos era conseguir mi GPA lo suficientemente alto para volver a la Uni en la que estaba. Después de un buen tiempo de tratar de empujarme hacia arriba, finalmente volví a la Uni, ¡conseguí un trabajo estable, conseguí un auto nuevo y dejé caer al tipo que me trataba como basura! Todo esto sucedió en un lapso de dos años. Tomó un buen tiempo, pero me siento como que valió la pena.
La semana pasada, cumplí 21 años. Tengo miedo del envejecimiento. Estoy aún más aterrorizada de envejecer ahora que llegué a la edad en que debería haberme graduado con mis Licenciaturas en Psicología. La edad que debería haber viajado a dos países diferentes. La edad en la que debería poder ayudar a mi padre, no traerle cargas o estrés. No debería estar endeudada. No debería estar luchando con mis financias con el trabajo de tiempo completo que tengo y las pequeñas facturas que tengo que pagar. Ahora siento una tristeza que nunca había sentido antes y me pregunto… ¿Siempre va a ser así? ¿Siempre voy a arruinar las cosas? Ya no veo un futuro y ya no veo que mis metas se cumplan o incluso la realización de otros nuevos. Estoy tan aterrorizada porque si tuviera metas antes que apenas podría lograr, ¿qué pasa cuando no tengo ningún objetivo? ¿Qué será de mí? La cosa es… Estoy triste otra vez y siento que no puedo respirar. Sigo tratando de seguir adelante, pero es difícil. Sé que hay gente lo tiene peor, pero esta es mi vida ahora mismo. Estoy vacía. Estoy hueca. Estoy triste otra vez. Lo digo tanto, tanto y me molesta porque ya no quiero estar triste. No quiero llorar para dormir todas las noches otra vez. Esta vez, no tengo un objetivo que me ayude a seguir adelante. Siento que voy cada vez más profundo bajo el agua. Siento que mis lágrimas se balancean por mi cara. Siento que me arde la garganta por un grito enfermo y emocional que quiere escapar. Siento que mis manos tiemblan de ira porque ya no sé qué hacer. Puedo sentir el hueco en mi pecho y esta vez no sé qué hacer. Esta vez tengo miedo porque no sé cómo sobrellevarlo. No sé si pueda.